miércoles, 29 de febrero de 2012

Queridos clientes: ¿Por qué tanto odio?

"Quiero un libro bonito. Por fuera y, claro, por dentro. No sé, un libro bonito pero de esos que merecen la pena conservar. Pero de bolsillo, ¿eh?, que no me quiero gastar mucho en libros. Vamos, un libro bonito, pero que dé que pensar. Y que no sea triste. Pero que te enseñe algo. Pero que no sea complicado de leer, ¿eh? ¿Que qué me gusta? Pues las historias bonitas. ¿De libros? ¡No recuerdo ni cuál fue el último que leí! En realidad, no suelo leer, pero quiero un libro especial. ¿Policiaco, histórico? ¡Si no sé casi ni diferenciarlos! ¿Románticos? No sé... Es que yo no suelo leer, ¿sabes? Pero me apetece un libro bonito. ¿Me explico?"

NO.

martes, 14 de febrero de 2012

Beloved Holmes

Hace años tenía la costumbre o tradición de leer un relato de Sherlock Holmes al año. La última vez que lo hice, el año pasado, me decanté por Estudio en escarlata durante un viaje a Londres. Hace unas semanas, con el fin de la segunda temporada de Sherlock me decidí a tomar de mi estantería el Todo Sherlock Holmes de Cátedra y disfrutar cronológicamente de cada una de las aventuras que Conan Doyle escribió de mi detective favorito.

Es curioso comprobar cómo con el paso del tiempo descubres nuevos detalles y ves al héroe de una manera diferente. Y es maravilloso descubrir que nunca dejas de amar a tus personajes predilectos.

De pequeña me gustaba el Sherlock Holmes de dibujos animados. Descubrí la obra de Conan Doyle por primera vez de la mano de una vecina y su ejemplar de Las aventuras de Sherlock Holmes, en aquella colección blanca de Tus Libros de Anaya que tanto nos marcaría la infancia a algunos. De adolescente, adoraba al Holmes de Peter Cushing muy por encima del de Basil Rathbone, y que Homo Libris me perdone. ;) Me hizo gracia el Sherlock de Robert Downey Jr. en su primera película, algo steampunk y exagerado pero encantador a su manera. Y, cómo negarlo, Benedict Cumberbatch me ha enamorado con su adaptación contemporánea: todo un ejemplo de mimetización con el personaje; una belleza y una actuación memorables como pocas.

Pero que los dioses y el fandom más joven me perdonen -y tú, querido Cumberbatch-: esta noche he redescubierto a mi otro Holmes de adolescente y he vuelto a enamorarme como una quinceañera. Siempre dije que no podía decidir entre Peter Cushing y él, aunque en el fondo pensara que Cushing era mi Sherlock, pero ahora debo retractarme...

La quintaesencia del detective de Baker Street es, sin duda alguna, Jeremy Brett: él es El Sherlock Holmes.
¡Y su voz! ¡Ah, su maldita maravillosa voz! (Un rasgo sherlockiano en común con Cumberbatch, desde luego).





¡Cómo no lo vi claro antes! Con quince años o yo estaba demasiado enamorada de todos los actores de las películas de terror clásicas (Cushing, Christopher Lee, Vincent Price), o andaba demasiado ciega para darme cuenta de ello. Cushing era demasiado majete para ser fiel al canon: Jeremy Brett nos mostró por fin a ese Holmes neurótico, egoísta, drogadicto, brillante, delicado a veces y mordaz e irritante siempre, de las historias de Conan Doyle.

Brett es el mejor Sherlock Holmes del mundo.





¡Dios, qué alegría da redescubrir estas pequeñas joyas! ^^

miércoles, 1 de febrero de 2012

Sobre eBooks y libros de papel que vuelan

La semana pasada tuvimos un cursillo de eBook en la librería. Una de las primeras preguntas que nos hizo el formador fue qué opinábamos nosotros, como libreros, del libro electrónico. Hubo un momento de silencio. Entonces le preguntó directamente a mi encargado, Pedro, quien no tuvo el menor problema en enumerar todas sus ventajas: capacidad para almacenar muchos libros en poco espacio, aumentar o disminuir el tamaño de la letra, ideal para viajes, etc., etc. "Pero", terminó añadiendo Pedro, "esto no es un libro. Un libro tiene papel, una portada, un olor, un tacto, un peso... Quizás soy un romántico, pero para mí esto no es un libro."

He recordado esta anécdota porque hace un par de días mi chico y yo entramos en una de las librerías de viejo más conocidas de Zaragoza y salí de ella con un pequeño tesoro. Se trata de una edición de los dramas de Schiller de 1906 con una tapa preciosa en relieve y unas páginas que, a pesar del tiempo transcurrido, te susurran: "perduraré".


No soy capaz de explicar la sensación que tuve nada más verlo, el enamoramiento que sentí cuando acaricié sus tapas, cuando noté su olor a libro viejo. Abrir sus páginas en casa y leer las palabras de Schiller ahí impresas me causa una emoción que no me la da el Sony Reader.

Ah, es una batalla perdida. Tal vez. Somos unos románticos y por eso vamos a desaparecer. Quizás. Pero ayer, cuando mi cuñada Olga me enseñó este corto que ahora mismo voy a compartir con vosotros, tuve la sensación de que somos muchos los que pensamos así. Es una maravilla el libro electrónico, desde luego, pero nada superará la sensación de pasear por una biblioteca y coger un libro y luego otro, y otro... Y, además, ¿los libros electrónicos podrían volar? ;)

Señoras y señores, les presento The Fantastic Flying Books of Mr. Morris Lessmore, uno de los cortos que optan al Oscar este año. Y acepten un consejo: tengan un paquete de pañuelos al lado.