sábado, 22 de enero de 2011

Sin fines de lucro

"Las artes y las humanidades desempeñan una función central en la historia de la democracia, pero así y todo, muchos padres se avergüenzan de que sus hijos estudien arte o literatura. Aunque la filosofía y la literatura han cambiado el mundo, es mucho más probable que un padre o una madre se preocupen porque sus hijos no saben nada de negocios que porque reciben una formación insuficiente en materia de humanidades."

Ruth O´Brien, en el prólogo de Sin fines de lucro.

Mi primer jefe de departamento, cuando me entrevistó para el puesto que ahora ocupo, se me presentó como "Fulanito de tal, licenciado en empresariales." Era el mismo tipo que me soltó perlas tan maravillosas como "aquí no importan los libros ni saber de ellos. Aquí lo que importa es vender" o "los libros se venden de la misma manera que los clavos". Nunca bajaba a la librería, claro, delegando su trabajo en los encargados (a los que siempre hemos considerado nuestros verdaderos jefes), pero para una vez que atendió a una cliente, escribió Goethe en la base de datos tecleando GETE y tuvo la cara de decir que no lo teníamos en catálogo con tal de no preguntarme a mí (por si os lo preguntáis, por cierto, corrí detrás de la cliente para indicarle dónde estaban los libros del escritor alemán). Y siempre, siempre, mantenía un poco las distancias; como si fuera superior a nosotros, pequeños libreros licenciados en filología, historia o biblioteconomía que no iban a poder aspirar a un puesto mejor. Ahora él está en otro cargo, pero sigue de jefe y viento en popa a toda vela. Y es que hace mucho tiempo que sé qué tipo de gente mueve el mundo.

La lectura del libro que nos ocupa, Sin fines de lucro, me ha hecho pensar mucho más de lo normal en la situación de las humanidades y las artes en el mundo que nos ha tocado vivir. Y el panorama que he vislumbrado no es muy consolador.

Martha C. Nussbaum es filósofa y profesora de Ética y Derecho en la Universidad de Chicago. En Sin fines de lucro hace un planteamiento sorprendente en medio de la avalancha de libros sobre la crisis que ahoga las librerías: la verdadera crisis mundial que nos afecta y desde hace décadas es la crisis en materia de educación.

Hay un preocupante desinterés y descuido en la educación de los estudios humanísticos, en todos los niveles. Se apuesta por fomentar los estudios de negocios, la rentabilidad a corto plazo, por medio del desarrollo de capacidades prácticas para conseguir un beneficio económico, por encima del estudio de las Letras y las Ciencias. Antes, en mi época, la panacea era estudiar Derecho. Ahora, si quieres ser alguien, se ve que tienes que estudiar Empresariales, Económicas o ADE.

"Dada la naturaleza de la economía de la información, los países pueden aumentar su PBI sin preocuparse demasiado por la distribución en materia educativa, siempre y cuando generen una élite competente para la tecnología y los negocios."

"Cabe preguntarse qué sucede con el arte y la literatura, dos disciplinas de gran valor en la educación para la democracia. Antes que nada, la educación para el crecimiento mostrará cierto grado de desprecio por ambas, ya que a simple vista no derivan en el progreso económico de la persona ni de la nación. Por ese motivo, los programas relacionados con las artes y las humanidades están sufriendo recortes en todo el mundo, para dar lugar al desarrollo de la técnica."

La traducción en Europa de este preocupante planteamiento es el plan Bolonia en las universidades, con su reconversión orientada por los mercados. Manuel Barrios fue muy sencillo y contundente a la hora de explicar este cambio: las facultades de Filología se acabarán convirtiendo en institutos de idiomas, las de Geografía e Historia en gestión del patrimonio y turismo cultural y las de Filosofía en escuelas de autoayuda. Con Bolonia, ha comenzado una presión a las ciencias humanísticas para mostrar su rentabilidad. Si no son rentables, sufrirán reducción de presupuestos, fusión de departamentos y, al final, la desaparición, como ya está ocurriendo en países como Gran Bretaña.

"Distraídos por la búsqueda de riqueza, nos inclinamos cada vez por esperar de nuestras escuelas que formen personas aptas para generar renta en lugar de ciudadanos reflexivos. Bajo la presión de reducir los gastos, recortamos precisamente esas partes que resultan fundamentales para conservar la salud de nuestra sociedad."

La tesis de Nussbaum está muy influida por la de pensadores como Tagore y John Dewey.

Al igual que sus predecesores, Nussbaum propone que se dé una importancia prioritaria a las humanidades y el arte frente a la simple educación para la renta. Ellas nos dan la creatividad, la empatía, el pensamiento crítico frente a la falta de razonamiento. Los estudios encaminados al mundo de los negocios no forman por sí solos personas abiertas, comprometidas, con una capacidad de análisis crítico de la realidad. No forman, hablando claramente, ciudadanos que cuestionen y analicen las situaciones. Si todo lo encauzamos al dinero y el negocio, ¿dónde queda lo demás, lo que verdaderamente importa?

Al igual que Algo va mal de Tony Judt, Sin fines de lucro es más un manifiesto que un estudio que exponga unas bases para empezar a cambiar las tornas. Sin embargo, sí que da unas pautas que todos los pedagogos, profesores y Ministerios de Educación del mundo deberían tener en cuenta:

-El estudio de las humanidades y las artes (plásticas, teatro, música) estimula el cultivo del propio mundo interior, pero también la sensibilidad ante los otros, la imaginación narrativa, la comprensión y el espíritu crítico. Quizás ahora estas cosas, en un mundo que necesita embotar la conciencia moral y en consecuecia quiere personas que no reconozcan lo individual, que hablen una jerga grupal y que se comporten como tales, se ven como un peligro. Pero una base de ellas en todos los estudios y carreras no estaría mal.

-Frente a la pedagogía de la memorización (que por otro lado es una herramienta tan útil para desvalorizar las disciplinas humanísticas desde fuera), Nussbaum recuerda la importancia del método socrático en las escuelas y universidades.

-Es muy importante que los grupos de estudiantes sean reducidos o estén divididos: así se potencia el intercambio de ideas, los trabajos por escrito, las conversaciones sobre ellos, etc. En teoría esto iba a hacerse en el plan Bolonia, pero que levante la mano alguien que pueda decirme que se cumple o que esté funcionando bien. Para que esta parte se lleve a cabo correctamente hay que invertir en potencial humano, con más profesores y más compromiso de los participantes. Por muchos trabajos que se obliguen a hacer y que un 20% de la nota final dependa de la asistencia a clase, si éstas siguen siendo de más de treinta alumnos y seguimos teniendo catedráticos sin amor por la pedagogía y con un trato distante y jerárquico, mal vamos.

"Si no insistimos en la importancia fundamental de las artes y las humanidades, éstas desaparecerán , porque no sirven para ganar dinero. Sólo sirven para algo mucho más valioso: para formar un mundo en el que valga la pena vivir, con personas capaces de ver a los otros seres humanos como entidades en sí mismas, merecedoras de respeto y empatía, que tienen sus propios pensamientos y sentimientos, y también con naciones capaces de superar el miedo y las desconfianza en pro de un debate signado por la razón y la compasión."



Sin fines de lucro es una lectura importante y creo que básica para las personas que amamos la cultura, así como para profesores y pedagogos que sigan interesándose de verdad por la buena educación. Es un texto que invita a la reflexión, a contemplar el panorama que nos rodea con ojo crítico. Es un grito de alarma, una llamada de socorro, pero también una pequeña luz de esperanza que puede suponer la primera piedra en nuestra lucha por conseguir un mundo mejor.
SIN FINES DE LUCRO, Martha C. Nussbaum.
Editorial KATZ.
Madrid, 2010.
ISBN: 9788492946174
Tapa blanda
16.50 euros.

lunes, 17 de enero de 2011

Let the Game begin



Y mientras HBO nos pone los dientes largos, el quinto libro sigue sin dar señales de vida. Y seguimos aguantando las ganas. Pero con la cercanía de la serie, sólo podemos hacernos una pregunta:

¿Leer o no leer?

¿Seguir el principio básico de no empezar una saga que no se ha terminado de editar (ni de escribir) y dejar que todo el mundo nos "spoilee" el primer libro por la serie? ¿Sufrir sin ver el último trabajo de Sean Bean? ¿O recapitular y leer al menos Juego de tronos antes de que la gente nos quite la magia?

¡Qué dura elección!

lunes, 3 de enero de 2011

Vete a vivir a Curlandia, anda

Si alguien me preguntara qué tipo de cliente me saca más de mis casillas en este mundo, mi respuesta sería los estudiantes de Historia prepotentes. Me quitan el amor por mi gremio a pasos agigantados. Alguien debería empezar a enseñar en los colegios, en los institutos y en las universidades el concepto humildad con urgencia. ¿Nadie recuerda ya la máxima de "Sólo sé que no sé nada"? A mí siempre me golpea en todo su esplendor cada vez que leo un libro sobre Grecia, y no digo ya cuando leo otro tipo de ensayos. Pero se ve que soy una rara avis...

Ayer me vino Juncal, seguida de dos chicos de unos veinte años (a los que llevaba viendo desde hacía unos veinte minutos delante del armario de Historia del siglo XX), para preguntarme si teníamos libros sobre la Segunda Guerra Mundial de Kurland. Antes de que pudiera contestar, uno de ellos sonrió malévolamente por detrás y soltó con sorna "Libros de Kurland. Es una península". Risitas.

"Gracias por la aclaración, chato", tendría que haberle dicho. "Ya podemos dormir más tranquilas, aunque en español se suele decir Curlandia. Y serían libros sobre la Segunda Guerra Mundial EN Curlandia."

Podría haberle dicho además que no solemos ordenar los libros por penínsulas o por campañas militares, que lo lógico y lo mundano dentro de cada temática es el orden alfabético de autor. Y haber añadido que desgraciadamente no sabemos de todo y que por ello no tendríamos por qué conocer o recordar "Kurland", al igual que él no tendría por qué saber nada de la stasis ateniense o la hibris griega. Que no hace falta tomar a la gente por inculta por desconocer un dato concreto. Que ese tonillo suyo sobraba.

También podría haberle explicado que quizás podía encontrar algo de información en el dudoso La Wehrmacht de Guido Knopp, que nosotros tenemos libros muy generalistas sobre la Segunda Guerra Mundial y que para cosas más específicas de campañas militares era bueno hacerle una visita a la Librería Reyes.


Pero no, esta vez no me dio la gana. Me limité a mirar a mi compañera (licenciada en Historia del Arte, que a este paso vamos a tener que poner en nuestro chaleco el título universitario para que no nos tomen por analfabetos) y a decirle que no teníamos nada.

-¿Y nada del frente oriental para nuestro trabajo?, espetó la chica de la pareja masticando chicle, no con muy buen tono.

-Si queda algo, lo que tienes en el armario de Historia del siglo XX, en Segunda Guerra Mundial, por orden alfabético de autor. Donde acabas de estar mirando, respondí mecánicamente.

Y es que hay veces que, si no se sabe buscar bibliografía, o utilizarla, o simplemente leer las contraportadas de los libros tras veinte minutos (cuánto esfuerzo), no es ya nuestro problema. Y menos cuando la educación brilla por su ausencia.

Navidad, Navidad, dulce Navidad.

domingo, 2 de enero de 2011

Primera lectura del nuevo año

"En verdad tú tomaste mujer de virtud grande y fuerte:
¡De cuán nobles entrañas Penélope ha sido, la hija
sin reproche de Icario! ¡Cuán fiel su recuerdo de Ulises
con quien moza casara! Jamás morirá su renombre,
pues los dioses habrán en inspirar en la tierra a las gentes
hechiceras de canciones que alaben su insigne constancia."


HOMERO, Odisea XXIV, 193-198.

Empiezo el año de la misma manera que terminé el anterior: releyendo a Homero. Siguiendo a Ulises en sus aventuras mediterráneas, huyendo de los cíclopes, los lotófagos y las sirenas. Admirando a Penélope y su telar. Y buscando Ítaca, siempre.



¡Cuántos viajes y lecturas nos aguardan! ¡Feliz 2011 a todos! :)