Adiós, Maestro. Qué huérfanos nos hemos quedado...
Pero yo me quedo, aún, con su
desbordante y bello lirismo: el húmedo planeta Venus en el que no cesa
de llover, y donde solo se ve el sol una hora al año (la hora fulgurante
de todas las magias), o esa nave de terrícolas, convenientemente
refrigerada, que viaja al Sol, para por medio de una larga cuchara,
arrancar de su masa incandescente un pedazo del astro rey. [...]
Bradbury cómo no. ¡Cuántos bellos estíos!
LUIS ANTONIO DE VILLENA.
Transitando las “Horas de Invierno” de Mary Oliver
Hace 2 meses