Va por usted, Profesor.
LA CABAÑA DEL JUEGO PERDIDO
Tú y yo... conocemos esa tierra
y a menudo hemos estado allí
en los largos días de antaño, los viejos días de la infancia,
una niña morena y un niño rubio.
¿Fue por caminos de sueños, luminosos de hogueras,
en el invierno blanco y helado,
o en las horas de los crepúsculos azules
de camas tempranas,
en las noches adormecidas del verano
cuando tú y yo nos confundimos en el Sueño
y allí nos encontramos...
tu pelo negro sobre el camisón blanco
y el mío rubio enmarañado?
Erramos tímidos de la mano,
o retozamos en la arena de las hadas
y en cubos recogimos perlas y caracolas,
mientras que alrededor los ruiseñores
cantaban en los árboles.
Cavamos buscando plata con la pala
junto a brillantes mares interiores,
y corrimos luego tierra adentro por prados somnolientos
y por un cálido sendero retorcido,
que nunca volvimos a encontrar
entre los árboles susurrantes.
sino ligeramente oscuro con la más leve luz,
cuando por vez primera se hizo visible
la Cabaña del Juego Perdido.
Era de construcción muy antigua
blanca y techada de paja de oro,
y horadada de celosías atentas
que miraban al mar;
y nuestros propios jardines de infancia
estaban allí... nuestros propios nomeolvides,
margaritas rojas, mastuerzos, mostaza,
y un nemophilë azul.
¡Oh! En todos los bordes guarnecidos de boj
brotaban las flores preferidas... el flox,
la espuela de caballero, el clavel y la malva real
bajo un acerolo rojo:
y todos los senderos estaban llenos de formas,
de formas vestidas de blanco que jugaban felices,
y con ellas tú y yo.
Y algunas tenían regaderas de plata
y mojaban sus ropas
o se salpicaban entre ellas; algunas trazaban planos
de casas, ciudades hermosas
o viviendas de los árboles;
y algunas trepaban al techo;
y arriba canturreaban solitarias
y algunas bailaban a la ronda,
o tejían coronas de perladas margaritas,
o cazaban dorados abejorros;
pero aquí y allá una pareja de mejillas rosadas y pelo enmarañado
debatían extraños asuntos, infantiles y antiguos...
y entre ellos, nosotros.
¿Y por qué llegó Mañana
y con una mano gris nos arrastró;
y por qué no encontramos nunca la misma
antigua cabaña o el mágico sendero
que cruza un mar de plata,
y esas antiguas costas y jardines hermosos,
dónde están esas cosas que fueron una vez...?
Ni tú ni yo lo sabemos.
Siempre podremos encontrarlo en sus escritos.
ResponderEliminarLo cual, es una reconfortante idea. Tolkien, el verdadero, está en sus libros.
Hasta siempre al Maestro entre Maestros. Y, sobre todo, a un filólogo eminente como pocos, auténtico orgullo de la profesión.
ResponderEliminarQue descanse por siempre en Valinor, la tierra de los sueños que nos invitó a descubrir.
ResponderEliminarAlgunos tenemos el sueño de visitarle algún día en su última morada, así que sobra decir que acabas de despertar una sana envidia :)
Gracias a los tres por vuestras palabras. Y me gusta, Azote, que recuerdes su gran faceta como filólogo, tantas veces olvidada.:)
ResponderEliminarHomo Libris, los dos tenéis que ir a Oxford. Seguir sus huellas por ese precioso pueblo es una experiencia maravillosa. Personalmente, me quedo con mi entrada al Eagle & Child. ¡Comí en la misma mesa de los Inklings! XD
Tú sigue metiendo el dedo en la llaga, Alienor, y la envidia se tornará enfermiza :P
ResponderEliminarFuera de bromas, tu hermoso homenaje a la memoria de Tolkien me ha recordado lo del cuento El invierno de 1311 que comentábamos en mi entrada de los lobos. ¿Pudiste leerlo al final?
Saludos.
XD Consuélate pensando que estaba tan emocionada visitando los lugares que frecuentaba Tolkien que me cerraron el college donde está la estatua de Shelley muerto, devuelto a tierra por las olas del mar. Esa preciosidad que sale en la película de "El Santo" y que llevaba años obsesionándome. ¡Aish! Tengo que volver...
ResponderEliminarLeí el cuento, sí. ¡Se me olvidó comentártelo, lo siento! Me fui a por un café, empecé a limpiar la cocina y se me pasó. Tengo una cabeza... Pues me encantó. Es completamente hobbit en su sencillez, la historia es encantadora y está narrada con mucha precisión. ¡Yo quiero ver nevar en La Comarca sentada junto al fuego y observando el paisaje desde una ventana redonda de Bolsón Cerrado! Eso sí, sin lobos fuera, gracias. Por si acaso. ^^
¡Ay, menudo despiste! Pero no me extraña que te embargara la emoción hasta el punto de olvidarte de todo lo demás :)
ResponderEliminarRespecto al cuento, es así: es "muy hobbit", muy primeros capítulos de ESDLA. Si te gustó tal vez desees encontrar La flor de Simbelmín. ;)
Mal dia ayer, pues. Tuvo una vida larga y productiva, pero siempre queremos un poquito mas. Las grandes obras, al menos, siempre nos sobreviven, como es el caso de las suyas, que serán eternas.
ResponderEliminarBisous, madame
Alegrémonos de que al menos pisó esta tierra y nos dejó grandes obras que disfrutar y con las que hemos aprendido cosas que, de otro modo, seguramente nunca hubíesemos descubierto.
ResponderEliminarAdemás, no hay que desesperar ya que nos esperá allí dónde ya no se sufre.
Homo Libris: El relato de "La flor de Simbelmín" ya lo había leído. ¡Es precioso! Y la culpa de lo de Shelley fue de los ingleses, no te creas; de esa fantástica manía que tienen de cerrar colleges y museos a las cinco/seis de la tarde...¬¬
ResponderEliminarLa Dame Masquée: ¡Gracias por sus palabras! ¡Nos leemos!
Amandil: Como ya sabemos, "del otro lado hay algo más que recuerdos." ^^
¡Un saludo!